"Quién dará vida al bello esclavo sino su amo?. Sus rasgos pueden ser perfectos y su cuerpo hermoso, pero sólo su señor posee el corazón del siervo que vive por y para el placer de su dueño. De su amante y de su dios. El es sólo un pobre perro triste si le falta la mano que sujete la cadena con firmeza y afecto. Solamente es carne sin el alma que le regala el amo al fecundarlo de amor"
ANDREAS

domingo, 23 de enero de 2011

62 La fiesta

Y se acercaba la hora de la fiesta. Habían llegado los invitados más rezagados y todo estaba dispuesto para dar comienzo el festejo a las nueve de la noche y sólo faltaban quince minutos para esa hora. Alejandro les había dicho a sus esclavos como debían vestirse y ellos aún estaban en bolas terminando de secarse después de una larga ducha en la que fueron sobados y lamidos por todas partes por su dueño, antes de clavársela a los dos de pie y con las manos apoyadas uno en la mampara de cristal y el otro contra la pared. Su amo quiso follárselos antes de verlos con los preciosos calzoncillos que les había comprado para que no le entrasen ganas de hacerlo cuando ya estaban limpios y aseados para irse a la fiesta.


Ver los culos de sus esclavos enfundados en aquellos gallumbos de marca, que les quedaban tan bien y les hacía un trasero tan sugestivo, lo ponía a morir y le costaba un gran esfuerzo no ventilarse a los chicos sin molestarse en bajárselos. Se los rasgaría con las manos y se la encastraría de golpe casi sin ponerle ni siquiera saliva en el ojete. Pero tenía que dar los últimos toques a su plan para unir a Rober con Isidro y no podía retrasarse demasiado en acudir al pazo.

Antes, durante la comida, Rober les había contado la conversación mantenida con Ramón y aseguró que habían roto definitivamente. No le fue fácil mantener al otro sereno y, justo antes de irse, el muy cabrón estuvo a punto de darle unas hostias al chico, sino fuese por la intervención de Guille que entraba en ese instante en la habitación de su hermano, en donde la pareja estaban zanjando la historia con la mejor educación posible. Pero al decirle Rober que no quería ni darse un tiempo para pensarlo, Ramón se salió de madre e intentó cascarle al chaval. Y fue entonces cuando Guille hizo su aparición y se abalanzó sobre el puto mamón sujetándolo y amenazándolo con darle más leches que una casa cuna. Posiblemente si Ramón se revuelve contra Guille, quien se harta de leches es el crío, pero ante la decisión del muchacho el otro se rajó como un castrado y se largó escaleras abajo.

Alejandro, al enterarse de la intervención de su esclavo, lo llamó a parte y le dijo: “Eres un siete machos osado y muy atrevido. No te percataste que con su envergadura pudo haberte matado con un solo tortazo bien dado?”. “Sí, amo. Pero ese chulo iba a pegarle a mi hermano. Y le tenía ganas, amo”, respondió Guille. El amo se sonrió y añadió: “La próxima vez que quieras atacar a alguien pídeme permiso. Más que nada es para echarte una mano si veo que tú solo no puedes con el tío. Porque no quiero que te rompan esa cara tan bonita que te dio tu madre al parirte. Pero confieso que estoy orgulloso de ti y tu valentía. Tienes un par de cojones muy bien puestos, chaval!. Y cuanto más te conozco más me gustas, cabrón. Dame un beso de hombre a hombre.


 Es decir, cómeme los morros que yo te los voy a morder de puras ganas que te tengo”. Se dieron un morreo de la hostia y el amo le dijo: “Al terminar la comida y el café nos iremos a casa....... Voy a premiarte por tu valor como te mereces y a ponerte de nuevo en tu sitio, dándote por culo y bajarte el prurito de macho que te sale a veces. Eres una preciosidad, pero necesitas que te sujeten las riendas para que no te desboques”.

Ya estaban libres del obstáculo, pero había que rematar la jugada y concluir la unión entre Isidro y Rober, planeada por Alejandro y Pablo. Y nada más llegar al pazo, los dos se pusieron a la faena de casamenteros y engancharon por banda a su amigo Isidro. Este estaba muy receptivo a las sugerencias que pudieran hacerle los otros dos y les confesó abiertamente que el muchacho le gustaba mucho y tenía un polvo de muerte. El culo de Rober lo había dejado fascinado y la cara del chico le parecía la más linda que había visto en su vida. Sin olvidar que los ojos simplemente lo dejaban si aliento. Pero no pasó de decir esos piropos sin manifestar una intención seria por emparejarse con Rober.

Alejandro tenía que reconocer que el hermano de Guille era muy guapo y además, de primera impresión, era mucho más simpático y agradable que su hermano menor. Lo que pasa es que él, sin duda alguna, prefería al pequeño por todo. Y aunque no había visto en pelotas al mayor, dudaba que su culo fuese mejor que el de Guille, tal y como se jactaba el crío. El pequeño de los hermanos tenía un cuerpo y unas nalgas que parecían esculpidas por una artista del renacimiento. Sin ser iguales que las de Alex, era perfectas también. Y le encantaba verlos desnudos con el culo en pompa a los dos antes de hincársela.


Así que por parte de Isidro la cosa parecía que estaba clara en cuanto a la atracción física. Pero no debían olvidar que, en cosas de sexo y mucho más de amor, era un tipo bastante indolente y liviano. No era un tío lo que se dice constante en eso de mantener una pareja estable y los ligues le duraban menos que un suspiro. Aunque es cierto que casi todos sus partener eran bastante superficiales y quizás sólo les atraía de Isidro su verga nada despreciable o, lo que es peor, su dinero, ya que tenía la puta manía de hacer ostentación de riqueza donde no debía ni era aconsejable tirarse tales cohetes.


Ahora quedaba conocer la opinión definitiva de la otra parte interesada. Bueno, aún no sabían si se le podría calificar de esa forma, dado que desconocían los verdaderos sentimientos del chaval hacia Isidro. Puesto que podría significar para él un simple polvo y nada más. Aunque lo cierto es que ya se había abierto de patas varias veces para que le entrase la polla de Isidro hasta el fondo. Y si no le gustaba para algo más, habría que concluir que el chico era algo puta. Más teniendo todavía un novio oficial. De todos modos Guille aseguraba que su hermano se estaba enamorando de ese tío que era tan amable con él. Y si eso era cierto, lo lógico era entrarle al trapo al muchacho para que se dejase arrastrar a los brazos de Isidro.

Y dicho y hecho. Alejandro y Pablo le dijeron a Guille que hablase con su hermano y le insinuase que tenía a Isidro muerto por sus huesos. Y ellos, a su vez, hablaron de nuevo con Isidro para conocer cuales eran sus intenciones respecto al chico. Alejandro le dijo claramente que estaba jugando con el hermano de uno de sus críos y se sentiría responsable si le tomaba el pelo al chaval. Porque si lo engatusaba y luego lo plantaba una vez que se hartase de darle por el culo, le rompería todas las muelas a hostiazos. Y por tanto, que se lo pensase dos veces antes de volver a metérsela por el ojete y crearle falsas ilusiones al chaval, ya que consideraba suya a la familia de Guille.

Isidro se rió y le dijo que parecía un padre decimonónico hablando de una doncella todavía virgen, pero le juró por su amistad de años que esta vez iba en serio y que el chaval le gustaba demasiado para dejarlo tirado después de haberlo preñado varias veces. Por primera vez creía que había encontrado su pareja ideal y no desperdiciaría la ocasión de hacer realidad ese sueño. Porque, según les dijo a sus dos amigos, en el fondo eso era lo que siempre había deseado. Tener un muchacho al que amar y cuidarlo como a un príncipe. Alejandro le dio un abrazo y le dijo: “Creo que ya encontraste a tu príncipe azul. Al menos en lo que se refiere a los ojos, porque al crío le gustas un huevo. Qué digo un huevo!. Los dos!. No pierdas tiempo y díselo como tú sabes hacerlo cuando quieres y verás como se tira en tus brazos entregado a ti para siempre”.


E Isidro supo decírselo esa misma noche antes de terminar la fiesta. Y el chico se derritió al besarle los labios a su nuevo novio, seguramente pensando ya en el polvo que le reservaba la noche antes de amanecer el día. A la mañana siguiente no podría cerrar las piernas, pero no le importaba porque se sentía feliz y flotaba en una nube como una recién casada que espera que su joven marido le rompa el velo del virgo y le haga mujer más de una vez en su noche de bodas. A Rober sólo le faltaba el anillo de compromiso, pero el regalo que recibiría de Isidro seguramente sería mucho mejor que una joya. Si algo era Isidro era ser espléndido.

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