"Quién dará vida al bello esclavo sino su amo?. Sus rasgos pueden ser perfectos y su cuerpo hermoso, pero sólo su señor posee el corazón del siervo que vive por y para el placer de su dueño. De su amante y de su dios. El es sólo un pobre perro triste si le falta la mano que sujete la cadena con firmeza y afecto. Solamente es carne sin el alma que le regala el amo al fecundarlo de amor"
ANDREAS

domingo, 23 de enero de 2011

20 Las copas


Aquel local le pareció al chaval demasiado oscuro y un tanto siniestro, pero pronto sus ojos se adaptaron a ver medio en sombras, aunque estaban en la barra justo de bajo de un escaso punto de luz que, al menos, dejaba ver lo que les servían y la cara del musculoso tío que les sirvió las copas. Bueno, Sólo el amo tomó un cubata de ron, ya que Alex solamente bebía cola y Alejandro no le permitía tomar alcohol. Otra cosa era el vino y en la cena le dejó beber un par de copas, pero fuera de eso y alguna birra de vez en cuando, el chico no probaba otra bebida de más graduación.

La curiosidad innata de Alex le hacía otear cuanto le rodeaba e ir escudriñando el entorno para descubrir otras caras y los tipos medio desnudos que surgían fugazmente de la penumbra o se adentraban, al fondo del recinto, por un pasillo oscuro que los tragaba irremisiblemente como un voraz Saturno.

El esclavo estaba más pendiente de todo el resto que de su amo y éste lo agarró por la cintura y lo arrimó contra su cuerpo diciéndole: “Estoy aquí....Y tú por donde andas perdido?”. “Todo esto me parece sórdido, pero hay una atmósfera en la que se huele el sexo.... No sé como explicarlo, amo. Es algo especial con olor a tabaco, sudor, meo y semen al mismo tiempo”, dijo el chaval. Y su amo le preguntó: “Si pudieses decidir por ti mismo, te irías?”. Y el esclavo contestó: “No lo sé.... Me intriga, pero me da un poco de miedo..... Todos son amos y esclavos?”. El amo aclaró: “La mayoría. Pero siempre hay algún curioso que viene a ver esto como si fuese un espectáculo... Por ahí dentro se hace de todo y eso pone cachondo a más de un mirón. Aunque lo normal es que se una a la orgía si le dejan. El sexo anónimo tiene la ventaja de no comprometer a nada ni a nadie y sirve para desfogar y aligerar los cojones cuando se te llenan demasiado”. Y el chico quiso saber: “Es aquí donde cazas a los que metes en tu jaula, amo?”. “No a todos, pero muchos salieron de estos lugares.... Hay varios como este antro, pero aquí suele haber ejemplares aprovechables”, contestó el amo.


Alejandro percibió que su esclavo no pasaba desapercibido para muchos clientes del bar y quiso forzar la situación. Sin explicarle el motivo, le bajó los pantalones al chico y su culo en calzoncillos produjo el mismo efecto que un pastel de chocolate en un hospicio victoriano. Varios pares de ojos se lo comían y varias bocas dejaban escurrir baba por la comisura de los labios.

Alex se puso colorado como la franela conque el matador torea al morlaco en el último tercio. Y su amo lo uso para darle una larga cambiada a un astado que venía ciego a entrarle al trapo. Con la derecha sujetó al esclavo por la nuca, dándole un morreo en la boca y tapándole el culo con la otra mano, dejando claro a la concurrencia que durante la lidia sólo templa y manda el diestro. Y aquel bello chaval era su muleta para rematar la faena con la espada. Para eso él era el maestro que triunfaría esa noche en el coso cortando dos orejas y un rabo. Y abandonó la plaza por el callejón, con sus trastos bajo el brazo, para montar a su potro en el patio de caballos e irse a casa con la miel de la gloria en los labios.

Sencillamente, Alejandro le dio un corte de manga al salido que pretendía acercarse al muchacho, plantando los reales en su terreno y agarrando al esclavo por el culo. Y con los pantalones medio caídos, sostenidos solamente por las manso del chico, lo llevó a la oscuridad que olía a vicio y se la calcó al lado de otro macho que se ventilaba a un puto pasivo obediente, que se abría las nalgas para que lo clavasen mejor.


El primer polvo en ese sitio fue muy morboso para Alex, que no pudo evitar correrse antes que su dueño. El chico temió el enfado de su amo, pero Alejandro lo besó con fuerza en la boca hasta que terminó de colmarle la tripa de leche. Pero en vez de sacarla, la mantuvo dentro del culo del chaval y siguió moviéndola impidiendo que la polla del esclavo se aflojase aún teniendo ya los huevos vacíos.

Alex gozaba como una perra sintiendo la caricia de su amo dentro de su cuerpo y pronto volvió a apuntar al techo con su cipote. Otra vez estaba salido y cachondo, como si no lo follase su señor en toda la semana, y su boca buscaba la del amo para comerse a besos e intercambiar las babas de placer que segregaban. Alejandro también recuperó rigidez y dureza en su miembro y lo que sólo eran suaves roces en el recto del esclavo, pasaron a ser otra brutal follada de las que dejan huella en el ojete. Y esta vez se corrieron juntos en medio de un corro que jaleaban la jodienda al amo y la buena doma del esclavo que montaba.

Sudaban por todos los poros y bufaban como caballos al acabar una carrera. Y el amo le subió los calzoncillos a su esclavo y le mandó ponerse los pantalones en su sitio y abrochárselos. Cuando salieran a la mediocre claridad, las mejillas del chico estaban encendidas y a los dos les corría el sudor por la frente como si estuviesen cavando un huerto a pleno sol.

Alejandro se apoyó en la barra y pidió otra copa y un botellín de agua fría para su esclavo. Alex estaba sediento por la tensión y las energías quemadas poniendo el culo para que lo gozase su amo delante de otros clientes del local. Y el amo le preguntó: “Cómo tienes el agujero?”. “Irritado, señor”, respondió el chico. “Esta bien. Así es como debe salir un puto siervo de un lugar como este. Con el culo cocido a polvos. Pero quiero follarte otra vez al llegar a casa. Así que pon el culo al aire y que se te ventile mientras termino esto”Alex se sonrojó otra vez al quedar con el culo desnudo y los pantalones casi por los tobillos, pero eso no iba a ser lo más vergonzoso para él. Su amo lo apoyó contra la barra y le separo las patas con sus pies. Pidió unos cubos de hielo en un vaso y se los metió por el ano al muchacho para enfriarle más rápido el orificio. Dos tíos a su lado sacaron la chorra y se pajearon al ver como Alejandro iba introduciendo el hielo en el recto de su esclavo. Pero Alex ni se enteró de lo que pasaba a su alrededor. Tenía los ojos cerrados y la boca abierta para intentar contrarrestar el frío, al no poder apretar el culo por orden de su señor.


Y cuando el amo metió el último cubito, le atizó una palmada en el ojete que resonó en todo el bar, diciendo: “Después de usar a una zorra hay que saber refrescarle el coño para dejarlo a punto para el siguiente polvo.... No te parece, amigo?”, terminó preguntándole al camarero, que respondió: “Y menuda zorrita, además. Una así es para montarla a todas horas. Anda que no está rico el chaval!”.

Alejandro apuró su cubata y le subió los calzoncillos y los pantalones al chaval. Pagó y se marcharon para casa sin leche, pero Alex rojo como la granada y con el culo fresco.

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